Ya sé que esto no tienen nada que ver con novelas ni cosas parecidas, pero me ha llamado tanto la atención que tenía que decir algo al respecto. Ya sé que habrá quién me dirá que acabo de descubrir la rueda, pero fíjate que no he sido plénamente consciente del asunto hasta ahora. Es tan habitual que nos hemos acostumbrado.
Me gustan las revistas. Hasta ahí todo normal. Me gustan casi de todas clases, incluidas estas que denominan femeninas de alta gama (signifique lo que signifique). Me gustan las entrevistas que realizan, las fotos y los reportajes sobre lugares lejanos, exóticos y románticas (mira, ya tiene algo que ver el artículo con el nombre de este blog).
Por tanto estaba leyendo un día una de estas revistas y pensé: «¡qué barbaridad! ¡Qué cantidad de publicidad!». Y me dio por medirla. No he intentado realizar ningún estudio científico. Me he limitado a contar lo que había en una revista de un mes determinado. Pero por mi experiencia de muchos años de lectora, no creo que las diferencias sean muy sustanciosas de un mes a otro. He aquí los resultados.
Encontré que en la revista en cuestión teníamos un 15% de reportajes de uno u otro tipo, 10% de varios (índices, recomendaciones de libros, películas, restaurantes y cosas así), un 5% de entrevistas, y un 70% de publicidad. Sí, así es, un 70%. Además no sólo son las página de publicidad propiamente dichas, también estás esos reportajes en los que con la excusa de informar, lo que se hace es publicitar el producto de la marca de turno.
Hice lo mismo con una revista de las consideradas masculinas y ahí tenían un 38% de publicidad, que tampoco es moco de pavo. Pero con las revistas «para mujeres» (no me gusta mucho este epíteto, pero para que nos entendamos) es de escándalo. Ya sé que la cosa está difícil y que hay que acudir a la publicidad para sobrevivir, pero es que vas a comprar una revista y te venden un catálogo. Si es así, ya podían rebajarlas.